viernes, 12 de octubre de 2018

La vida de las comunidades afectada por las jerarquías sociales y eclesiales


Aproximarnos a algunas mujeres del movimiento de Jesús y líderes de las primeras comunidades cristianas, vimos que hubo presencias significativas, por lo que habrá que preguntarse, dónde quedaron los nombres y aportes de estas mujeres, es posible que aprendimos muy bien la lección de los discípulos descritos por Lucas en los relatos de la resurrección “a ellos todas aquellas palabras les parecían desatinos y no les creían” (Lc 24:11), hasta que nuestras relecturas, han terminado de suprimir las narraciones de las mujeres, por sobre estimar algunas figuras masculinas. 

Por otra parte, la integración al ambiente cultural y religioso tanto judío, samaritano y greco-romano, la plena participación parece restringirse, no sólo a las mujeres, sino también para los que hasta entonces se reconocían en su diversidad. Según Elisabeth Schüssler Fiorenza, “si las comunidades cristianas tenían que crecer, desarrollarse y sobrevivir históricamente, era necesario que se adaptaran a su sociedad, asumiendo sus estructuras institucionales patriarcales” (1989, p.123). 

Las relecturas patriarcales 

El discipulado de las mujeres se vio afectada por los relatos de la elección de los doce, y por la primacía de alguno de ellos, por ejemplo Pedro, porque se dice que es el que reconoció a Jesús como Mesías (Mt 16:16), cuando nos olvidamos del relato de Juan 11:1-44, que presenta a Marta. En este relato se hace mención a la muerte de Lázaro, el hermano de Marta y María, las amigas de Jesús; rescatamos algunas actitudes de Marta: sale del espacio de la casa (v. 20) al encuentro de Jesús que va en dirección al sepulcro de Lázaro, mientras caminan Marta le recuerda que su hermano no hubiera muerto si hubiera estado, ahí, pero Jesús plantea la resurrección, “Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás” (vv. 25-26), y luego le hace la pregunta fundamental ¿Crees esto?, ella responde “Sí señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo (Jn 11:27). De ese modo, Marta “estaba contraponiendo el poder de Jesús que da vida al poder patriarcal controlador. Al mismo tiempo, al ser la confesión su propia palabra, ella asumía la propuesta del movimiento de Jesús como alternativa a ese poder” (Tamez, s/f, p. 43).

La victoria de la corriente patriarcal del cristianismo 

Así como la profesión de fe que hizo Marta, se fue silenciando a las mujeres, veamos de qué modo las propuestas mucho más restablecedoras de las relaciones o lo que llaman las propuestas contraculturales, al final van prevaleciendo las propuestas patriarcales, aunque no será fácil silenciar las voces de las mujeres, que pedirán la palabra una y otra vez en el caminar de nuestra Iglesia que asumirá los valores patriarcales de cada tiempo.

 Por lo general se entiende que el cristianismo primitivo fue homogéneo, sin embargo, en el ambiente de las comunidades cristianas encontramos dos corrientes masculinas, una que tiene que ver con el pensamiento de Pablo: “Ya no importa ser judío o griego, esclavo o libre, varón y mujer; porque todos ustedes son uno en Cristo” (Gal 3:28). Porque “el que está unido a Cristo es una nueva creación. Las cosas viejas ya pasaron; se convirtieron en algo nuevo” (2 Cor 5:17). Y por otra parte la corriente patriarcal, que no incluye la igualdad entre varón y mujer, “ya no tiene importancia el ser griego o judío, el estar circuncidado o no estarlo, el ser extranjero, inculto, esclavo o libre, sino que Cristo es todo y está en todos” (Col. 3:11).

 La corriente cristiana que apunta a la igualdad la encontramos en las siete cartas consideradas de Pablo: 1 Tesalonicenses, Gálatas, 1 y 2 Corintios, Filipenses, Filemón y Romanos, parece que la intención de Pablo es forjar comunidades que superen las desigualdades, que se explicita en Gal 3:28, pues justo el movimiento de las comunidades cristianas asociadas a Pablo, habrá presencia de mujeres como anteriormente mencionamos.

 Sin embargo, esas mismas comunidades, asumirán los modelos patriarcales de la familia, en los que el varón era siempre superior a la mujer, como los padres a los hijos y los amos a los esclavos, encontraban un firme apoyo en la ley y en las costumbres moralistas. Esto lo podemos encontrar sobre todo en la tradición post Paulina, es decir no moverá el sistema pero forjará lo que Gerd Theissen, llama el “patriarcado del amor”.

La corriente patriarcal, buscará sostenerse, incluso haciendo interpolaciones en el mensaje de Pablo, a fin de mantener el orden que se empieza a establecer:

 Siguiendo la práctica general de las comunidades cristianas, las mujeres deben guardar silencio en las reuniones de la iglesia, porque no les está permitido hablar. Deben estar sometidas a sus esposos, como manda la ley. Si quieren saber algo, pregúntenlo a sus esposos en casa; porque no está bien que una mujer hable en las reuniones de la iglesia (1 Cor. 14:33b-35). 

Este texto es una inclusión tardía, ya que el v. 36, tiene más sentido si se lee con el vv. 32 y 33 a “El don de la profecía debe estar bajo el control del profeta, porque Dios es Dios de paz y no de confusión. Tengan presente que la palabra de Dios no comenzó en ustedes, ni ustedes son los únicos que la han recibido”. 

Por otra parte, no coincide con el tema, porque toda esa unidad se refiere a la profecía.
 Según, los comentarios de la Biblia de Jerusalén en la edición de 1998, plantea lo siguiente:

 Los vv. 34-35, que algunos manuscritos ponen después del v. 40, pueden ser interpolación post paulina. Dos razones hacen plausible esta hipótesis. Por una parte el recurso de la obediencia a la Ley (probablemente Gn 3:16), poco propio de Pablo; es segundo lugar la orden de silencio impuesta a las mujeres parece contradecir a 1 Cor 11:5. Estas órdenes reflejan la mentalidad de 1 Tm 2:11-14, y probablemente proceden de la misma situación eclesial (1998, p. 1692). 

Esto era muy común en los textos, por la transcripción de los mismos al ser manuscritos, por ello el autor del Apocalipsis declarará ciertas advertencias (22:18-19). Con todo se impuso la jerarquía patriarcal: Esposo-padre-amo, frente a esposa, hijos/ as, esclavos/as, lo encontraremos en diversos textos: Ef. 5:22-6:9; Tit. 2: 3-10; Col. 3:18-4:1; 1 Pe. 2:11-3:7. 

Sin embargo, se puede evidenciar la participación de la mujer, y posiblemente su fuerte lucha con la tradición posterior. La presencia de la diaconisas (1 Tim 3:11); las viudas ocupan un lugar importante y tienen el derecho a que se les ayude en la comunidad (1 Tim 5:3-16); las mujeres que tienen experiencia (ancianas) ocupan un papel insustituible en el apostolado familiar (Tito 2: 3-5), todas ella seguirán haciendo oír su voz.  

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