jueves, 11 de octubre de 2018

Mujeres discípulas, apóstoles, diaconizas y misioneras


Nos conectamos con los pozos profundos del cristianismo, con el mensaje que tocó los corazones del maestro del camino, Jesús de Nazaret, que provocó la convocación de mujeres y hombres que se considerarán sus seguidoras/es, apóstoles, diáconos y misioneras/os, que transmitieron como diría 1 Jn 1:1-2:“...acerca de la Palabra de vida –pues la vida se manifestó, y nosotros/as la hemos visto y damos testimonio”. 

Mujeres en el movimiento de Jesús

 La aproximación a las mujeres que denominados del movimiento de Jesús, motivan a mujeres y hombres de fe a repensar en otras maneras de relacionarnos al interior de nuestras iglesias. Para ir al encuentro con estas mujeres, dejemos que las palabras de Elsa Tamez nos presenten:

 En el movimiento de Jesús había mujeres, y no pocas. Las mujeres eran discípulas y lo seguían en Galilea igual que los varones (Lc 8:1-3). Jesús no hacia distinción entre mujeres y varones; por el contrario, una de sus características consistió en proponer un orden de vida diferente del modelo jerárquico al que estamos acostumbradas. Jesús era muy atrevido en sus enseñanzas: estaba en contra de aquellos que querían ocupar los primeros puestos y hablaba mal de las autoridades políticas que someten a los demás. “Entre ustedes no será así”, le decía a sus seguidores. Tampoco hablaba muy bien de las autoridades religiosas que se creían muy santas y que marginaban a quienes consideraban impuros o que se aprovechaban de las viudas. También me gusta mucho la actitud autocrítica de Jesús. La sociedad judía discrimina a las mujeres. Frecuentemente las considera impuras y nos les permite tomar parte importante en las sinagogas. Jesús, tal vez por ser galileo y no de Judea no le dio mucha importancia a esas tradiciones que hacen a un lado a las mujeres, sino que se dejó rodear y seguir por mujeres las consideró iguales a los varones y les restableció su dignidad perdida a causa de las costumbres de la cultura patriarcal. Estoy consciente que hay que diferenciar entre el movimiento de Jesús de Nazaret en Palestina y el movimiento cristiano fuera de Palestina… Yo prefiero hablar, sin embargo, de un solo movimiento, un movimiento que alternativo frente al control hegemónico del imperio romano. Creo que para las mujeres es importantísimo enfatizar la continuidad del movimiento de Jesús más allá de Palestina, pues es allí donde dicho movimiento intensifica su fuerza liberadora frente a la opresión patriarcal del imperio romano y las prácticas tradicionales del judaísmo. La crítica frecuentemente de Jesús a su propia cultura judía no tiene nada que ver con una postura anti-judía. Como sabemos, Jesús fue judío y como tal asumió una posición autocrítica con respecto a la mentalidad patriarcal de su cultura y de la cultura romana, toda vez que dicha mentalidad se convertía en opresora. Jesús hizo lo mismo que nosotras hoy cuando cuestionamos y criticamos constructivamente nuestras propias culturas religiosas (Tamez, s/f, pp. 9-10).

 La mujer que unge en la cabeza a Jesús 

El texto de Marcos 14, narra todo lo que acontece antes de la crucifixión de Jesús, y donde figura una mujer anónima que unge a Jesús en la casa de Simón el leproso, un hombre considerado como impuro, donde inicia el recorrido que seguirá Jesús hasta llegar a la Cruz

• Leamos los siguientes versículos 3-8. Ubiquemos el lugar, los personajes ¿qué hacen, y dicen? Y las palabras significativas. Para luego compartir nuestra relectura.

 Rescatamos los aportes de esta mujer desde las palabras de Jesús: “Les aseguro: dondequiera que se proclame la Buena Nueva, en el mundo entero, se hablará también de lo que ésta ha hecho para memoria suya” (v. 8). Porque ungió a Jesús, en la cabeza, “quebró el frasco y lo derramó en su cabeza” (v. 3). Este gesto refleja su autoridad, porque no murmuran por lo que ella hizo, sino por el costo del perfume, por lo que Jesús pedirá que la dejen y no la molesten (v.6), porque lo preparó a recorrer el camino hacia la cruz, que era la exigencia del discipulado que Marcos presenta (cf. 8:22-10:52).

 Como dirá Sandra Mancilla “La extraña que unge a Jesús irá asumiendo los rostros de las mujeres al pie de la cruz, de las que “le seguían y le servían cuando estaba en Galilea y otra muchas que habían subido a Jerusalén” (Mc 15:40-41), de las mujeres que veían dónde ponían el cuerpo del maestro, de las mujeres que finalmente son las primeras que reciben la Buena Noticia de la resurrección. Ellas ya tienen nombres, son las discípulas fieles del maestro, que le siguieron, le sirvieron y subieron hasta la cruz, que no lo abandonaron en la hora decisiva” (2000, p. 115). 

María Magdalena: Apóstol de Apóstoles 

 • Escribir el nombre María Magdalena: describiendo todo lo que escuchamos sobre ella. 

• En grupo elaboramos un dibujo de lo que puede ser su cuerpo y escribimos todo lo que se dice sobre ella, con los aportes de nuestro primer trabajo.

 ¿Quién es realmente esa mujer? Se dice que de ella había salido siete demonios (Mc 16:9; Lc 8:3) por lo que posiblemente se la asocia con la prostitución, pero los textos de endemoniados curados por Jesús parecen referirse a enfermedades. Entonces en esta mujer ¿qué serían los siete demonios?:

 El número siete para la cultura judía significaba plenitud; según esto, ella realmente había estado fuera de sí. A causa de los demonios había perdido su dignidad y su sentido de pertenencia, necesitaba encontrar la forma de “retornar a sí misma”. Conociendo la historia de los endemoniados que curó Jesús, seguramente que su vida era muy triste, su cuerpo debía estar muy golpeado, y muy probablemente vivía marginada al extremo respecto de la gente de su entorno (Tamez, s/f, p. 94). 

Pero el problema más grave es que al asociarla como pecadora, se olvidó lo más importante, su ser discípula y apóstol, ya que está entre las mujeres que seguían a Jesús (Lc 8:2-3) y se la presenta como testigo de la resurrección de Jesús en los cuatro evangelistas (Mc 16:1-11; Mt 28:1; Lc 24:10; Jn 20:11-18). Y según la palabra y memoria de Juan 20:11- 18, se la presenta como apostello, término griego que se traduce como “ser enviado/a” a anunciar la memoria viva de Jesús, la resurrección, después de asumir también el riesgo de la cruz y de vencer el temor y el miedo al no encontrar el cuerpo del maestro. Hasta finalmente vivir el encuentro con el resucitado, cuando escuchó su voz, “¡María!” y ella contestó inmediatamente “¡Rabuní!” (maestro), como discípula identificada con su maestro que le pide llevar el mensaje a los demás discípulos, sus compañeros que iniciaran con el envío del mensaje de la vida, muerte y resurrección de Jesús, por ello María Magdalena, será apóstol de apóstoles.

Febe, una gran Líder de las comunidades cristianas fuera de Palestina

 Es muy probable que Febe fuera una de las líderes más importantes de la iglesia temprana, por lo que está recordada, como diaconisa o ministra de la Cencreas, en Grecia, que es la portadora de la carta, a la que Pablo llama hermana, ministra protectora, aunque se use el término diakonos, no denota el sentido del servicio específico de asistencia, sino los que se encargan de la predicación y la enseñanza, y porque ella también es prostatis (protectora), en ese contexto esa palabra se la atribuía a la gente que tenía mucha autoridad. Rescatar a Febe como líder reconocida en las comunidades como lo expresa el texto de Rm 16:1-2, según la conclusión de la carta exhorta a que “la reciban en el Señor de un modo digno de los santos y la ayudarán en cualquier asunto que necesite de ustedes, porque también es benefactora de muchos, incluso de mí mismo”. Texto que refleja que no es sólo una colaboradora de Pablo, sino una líder de la comunidad cristiana, que tiene la autoridad de interpretar la carta que envía Pablo.

Prisca, una gran misionera

 Prisca, es una de las misioneras y fundadoras de iglesias domésticas más reconocidas. Extendió el evangelio junto con Aquila su esposo. Como Pablo, eran cristianos judíos, misioneros itinerantes, financieramente independientes de cualquier iglesia local. Prisca y Aquila eran misioneros colaboradores de Pablo, pero, no como Bernabé y Apolo, no estaban bajo su autoridad. “Mis compañeros de trabajo en el servicio de Cristo Jesús. A ellos, que pusieron en peligro su propia vida por salvar la mía...” (Rom 16:3-4). 

Tanto Prisca como Aquila eran dirigentes bien conocidos en el cristianismo primitivo, del que sus iglesias domésticas en Corinto (1 Cor 16:19), Roma (Rom 16:4-5) y Éfeso (2 Tim 4:19), eran importantes centros. Su ejemplo indica que la iglesia doméstica se modeló transgrediendo las estructuras patriarcales, ya que al nombrarlos, se la nombra primero a ella.  

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