Soy Favio Anselmo Lucero. Autor de dos libros: Equipaje Ancestral y La Flor Invertida . En este sitio publico temas relacionados a la teología de la liberación Queer. Sabiendo que la teología cristiana, está manipulada por líderes con poder y privilegios, hetero-patriarcales y misóginos, que se debe desenmascarar para incluir la realidad de opresión a las personas LGBTQ+. Tiendo este puente hacia un encuentro humanizador. Difundiendo textos formativos de eruditos y propios.
lunes, 22 de octubre de 2018
La Virgen del Carmen y la bella Tirana del Tamarugal-CHILE-La historia oficial
Esta leyenda se ubica en el marco de la temprana evangelización del área del norte de Chile. Los estudios sobre el santuario de La Tirana fundamentan sus relatos en una narración que se ha transformado en un documento no cuestionado, aunque no se han comprobado los vínculos históricos entre el santuario actual y el episodio del siglo XVI.
Fue el historiador tacneño Cuneo Vidal quien recopiló fragmentos de historia oral para redactar esta historia. Esta leyenda tiene episodios históricos y literarios que la han hecho ser aceptada.
“Cuando a mediados de 1535, Diego de Almagro salió del Cuzco al descubrimiento y conquista de Chile al frente de 550 españoles y de 10.000 indios peruanos, fueron en su real dos hombres que, para los efectos de aquella entrada, valían cuanto un ejercito entero de auxiliares. Dieron ellos Paullu Inquill Tupac Inca, hermano de Huáscar y de Manco II, y Huillaca Uma, sumo sacerdote de la extinguida religión del Sol.
Tratados, ostensiblemente, con los miramientos debido a su encumbrado nacimiento, ambos no pasaron, valga verdades, de la condición de prisioneros de estado, manteniendo rehenes y destinados a pagar con su vida al menor síntoma de rebelión de sus 10.000 mil indios arriba mencionados.
Es fama que en aquella ocasión fueron secretamente con Paullu y con Huillac Uma hasta doce willcas, o capitanes, de los antiguos ejércitos imperiales, e igual número de sacerdotes del Sol, cuyo corazón, debajo de una aparente sumisión, latía a impulso del odio y la venganza.
Es fama, por otra parte que fue con Huillac Uma su hija apellidada Huillac Ñusta, nacida veinte años atrás en el Cuzco; noble princesa, por cuyas venas corría sangre de los antiguos emperadores peruanos con una impetuosidad y generosidad que ya debieron latir, años atrás, en las venas del débil y confiado Atahualpa.
No ignoran los entendidos en paso de la historia de América que Huillac Uma al regreso de Chile, desprendiéndose sigilosamente de la hueste castellana huyó a la provincia de Charcas, con el propósito de fomentar la rebelión que el animoso Manco II acababa de iniciar en el Cuzco.
A la altura de Pica, sugestionada por el ejemplo paterno, acertó a huir Huillac Ñusta, seguida de un medio millar de indios adictos a su persona, y a refugiarse en el bosque de tamarugos que por entonces cubría las tierras que hoy decimos del Tamarugal; bosques de los que quedan en nuestros días no desprovistos de salvaje belleza, en las afueras de los pueblos de Canchones y La Tirana.
Durante cuatro años Huillac Ñusta, rodeada de sus valerosos secuaces, viose libre de la ominosa opresión extranjera.
Durante cuatro años la selva primitiva y bravía fue el último baluarte de una raza perseguida y el postrer santuario de un culto proscrito. Fue regla entre ellos poner a muerte a todo español y a todo indio bautizado que cayese prisionero en su poder.
Huillac Ñusta fue temida a cien leguas a la redonda. Llamáronla los castellanos, y sigue llamándola una tradición que no ha muerto ‘la bella tirana del Tamarugal’.
Un día, sus guerreros condujeron a su presencia a un castellano apresado en las lindes del bosque de los tamarugos. Interrogado, dijo llamarse Vasco de Almeida, y pertenecer a un grupo de mineros venido del vecino puerto de Arica en busca de la mentada mina del Sol.
Reunidos los ancianos, su fallo fue por que se le aplicase sin mayor dilación la consabida muerte.
El corazón de Huillac hasta ese momento no había conocido dudas ni vacilaciones, embargado cual estuvo por la pasión del odio y la sed de la venganza. Con todo su ser entero se remeció al escuchar la dura cuanto inevitable sentencia.
Un desconocido impulso de conmiseración brotó de lo más hondo de su corazón, en donde tuvo aferrada sus raíces, por el pasado, la mata de sus rencores.
Una mirada tan sólo del noble prisionero bastó para producir en ella tamaña metamorfosis.
La juventud, el gallardo porte, el estoico desdén de la muerte que viera reunidos en el noble prisionero, fueron causa de que Huillac amase desde ese precioso instante, al hombre cuya vida colocaba el destino en sus manos de sacerdotisa y guerrera.
Con todo, trascurrieron las cuatro lunas señaladas en la sentencia de los ancianos, y muy pronto no le restaban al español sino pocos días de vida.
Y alguna vez abordaron el tema de sus creencias, y el cautivo le habló de su propia religión. Le habló de un solo Dios Todopoderoso, creador del Cielo y la Tierra, y de cuanto vive y alienta en el ámbito sin fin del Universo.
Le habló de María.
Le habló por último, y fue entonces cuando la princesa indiana bebió con mayor avidez sus palabras, de la noción consoladora de la inmortalidad y, por virtud misma, de la supervivencia del alma sobre el cuerpo en un más allá de eterna venturanza, reservado a los que en esta triste vida hubieron hambre y sed de justicia, de amor y felicidad. ‘Y de ser cristiana y morir en el seno de tu fe’, pregúntale Huillac al español, ‘¿renacerá en la vida futura, y mi alma vivirá unida a la tuya, por un siempre jamás?’
Sí tal, amada mía’, respondió Almeida. ‘¿Estás seguro de ello, chunco adorado?’ ‘Me lo enseña mi religión, que es la fuente de toda la verdad.’ ‘Pues bien: bautízame castellano… ¡quiero ser cristiana! ¡Quiero ser tuya de cuerpo y alma, en esta vida terrenal y en la eterna!’ ‘Dios ha alumbrado tu entendimiento, Dios ha llamado a las puertas de tu corazón. Si hoy pagana, te idolatro, no habría cariño en el mundo igual al que te profese mañana cristiana… Mañana al despuntar el día’, agregó con solemne acento Almeida, ‘serás mi hermana y esposa en Jesucristo’
Brilló el sol sobre el destallado perfil de los Andes. Altiva, como quien era, y serena como quien obra a impulso de una acertada resolución, se dirigió con su amado a la fuente que hubo en uno de los claros del bosque, hincó las rodillas al suelo y cruzó los brazos sobre el pecho en actitud de humilde espera. Almeida cogió agua de aquella fuente, y vertiéndola sobre la cabeza de la adorada neófita, pronunció las palabras sacramentales. ‘Yo te bautizo en nombre del Padre, del Hijo y del Espí…’ No terminó la frase…
Una nube de flechas, partida de las lindes de la selva se abatió sobre ambos. Una, más cerca le partió el corazón. Almeida se desplomó, inerte, cual árbol lozano herido por el rayo. Huillac, herida de muerte, llamó en torno a sí a los willcas, a los sacerdotes, a los ancianos, y al pueblo, y sobreponiéndose a los dolores de su agonía, así les habló: Muero resignada…
Muero dichosa, segura cual estoy, a fuerza de creyente en Jesucristo, que mi alma inmortal se remontará a los altos cielos, y contemplará el rostro de su Creador, al pie de cuyo trono me espera ya, por obra vuestra, mi esposo adorado. Si con mi amor y con mi conversión a una fe enemiga de la de nuestros padres lastimé vuestras creencias y causé daño a la causa de la nación, séanme concedidos vuestras indulgencias y
vuestro perdón. Me resigno a pagar con mi vida al que consideráis mi yerro. Mas, si queréis que muera tranquila la última princesa de linaje de vuestro Inca y última sacerdotisa de vuestra religión, prometedme que enterraréis mi cadáver al lado del de mi esposo, y levantaréis sobre nuestra sepultura una cruz, la cruz de los cristianos. No puedo más. Adiós para siempre’.”
Entre 1536 y 1540 fray Antonio Redón Sarmiento, religioso de la Real y Militar Orden de Las Mercedes Redentora de Cautivas, primer evangelizador del Tamarugal, se dedicó a derribar ídolos indígenas. La historia oficial cuenta que así fue que descubrió la cruz, y al enterarse de la trágica historia y sabiendo que Almeida era devoto de la Virgen del Carmen, erigió en el lugar una ermita con el nombre de Iglesia de Nuestra Señora del Carmen de La Tirana, desplazando el antiguo adoratorio inca, iglesia a la que comienzan a peregrinar fieles con cantos y bailes.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
Reseña para "LA FLOR INVERTIDA" - Puntuación: 🌟🌟🌟🌟🌟 5/5
Opinión: Las letras del autor las conocí por su libro "Equipaje Ancestral" que tuve la suerte de ganarlo en un sorteo que realizo,...
-
Jottings Biblio-Blog de Michael Carden: Reflexiones sobre la Biblia, Religión, Sociedad, Sexualidad, Política. En este post abord...
-
Los testimonios de Mãe Chaguinha dejan al descubierto de qué manera las prácticas religiosas de la población indígena y de los descendien...
-
El Cantar de los Cantares, un poema de amor gay da un nuevo y sorprendente giro al altamente erótico poema de amor del Antiguo Testamen...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario