Soy Favio Anselmo Lucero. Autor de dos libros: Equipaje Ancestral y La Flor Invertida . En este sitio publico temas relacionados a la teología de la liberación Queer. Sabiendo que la teología cristiana, está manipulada por líderes con poder y privilegios, hetero-patriarcales y misóginos, que se debe desenmascarar para incluir la realidad de opresión a las personas LGBTQ+. Tiendo este puente hacia un encuentro humanizador. Difundiendo textos formativos de eruditos y propios.
martes, 16 de octubre de 2018
Teologías liberadoras
Iniciamos este paso con las palabras de Santa Teresa de Jesús, una mujer ubicada en los años 1515 – 1582, luchó para ejercer su ministerio de teóloga, en un tiempo en que ese ejercicio estaba en manos de varones que cuidaban de los dogmas establecidos por la iglesia jerárquica, persiguiendo a todos/as aquellos/as que se salían de lo que se consideraba como “verdadero”.
Al igual que Teresa de Jesús, estamos llamadas/os a hacer teología desde nuestras realidades, ya que la teología es la pregunta por la fe que cada creyente se hace, por lo tanto todas y todos hacemos ese proceso de reflexión sobre nuestra experiencia de Dios o Diosa.
Teologías de la Liberación
En nuestras tierras de Abya Yala, un aporte importante en el ámbito de la teología será la llamada Teología de la Liberación que propuso algunos aportes importantes para las posteriores reflexiones teológicas:
• En primer lugar, puso como aspecto fundamental la experiencia, la realidad, desde la que parte toda reflexión teológica. Y de manera peculiar las realidades de opresión.
• Por otra parte planteará a las/os empobrecidas/os, o en un lenguaje más actual a las/os considerados como no personas, como sujetos de la teología.
Y un aporte sustancial será el vínculo de la fe y la vida que hizo posible una visión de la realidad en la que Dios no estaba distante de la realidad sino plenamente presente en la vida. Por lo que la fe se concreta en compromisos en la vida.
Este modo de preguntarse por la fe y el compromiso, fue el punto de partida para comprender la reflexión de la teología de otra manera. Pero según fueron surgieron otras necesidades y experiencias se fue diversificando, por lo que se empezó a hablar de las Teologías, y no de una sola y única teología. De ese proceso surgió lo que hoy se conoce como la Teología Feminista, desde un proceso en el despertar de la conciencia de mujeres que buscan vivir su fe de otro modo. Escuchemos las palabras de Ivone Gebara que es una de las pioneras en el proceso:
Mi papel era estudiar algunos textos bíblicos y las interrogantes teológicas que resultaban de ellos, referidas a su vida. Las reuniones se hacían en casa de uno de los obreros; su mujer nos preparaba el café y nos ofrecía agua o frutas, pero nunca asistía a las tardes de estudio. A menudo, insistía para que se sentara con nosotros, pero se negaba siempre.
Un domingo decidí ir a visitarla para preguntarle las razones de su rechazo. Se sorprendió al verme llegar. Después de un vaso de agua, abordé directamente la pregunta: “¿Por qué tú no aceptas quedarte con nosotros?” Su respuesta fue directa: “No comprendo su lenguaje. Este lenguaje no es de mi mundo y usted habla como un hombre”.
Confieso que esta última parte de su explicación me hizo reaccionar: “Yo soy una mujer y no hablo como un hombre. No comprendo por qué tú dices eso”. Ella no escatimó explicaciones y fue aún más directa: “Sólo hablan de la vida de los obreros en la fábrica, de sus reivindicaciones, del trabajo en el sindicato, de su salario, de las luchas políticas. Nunca los oí hablar de los niños, de las mujeres, de lo que ellas sufren para encontrar con qué alimentar a sus niños… No hablan de las mujeres trabajadoras y de sus condiciones difíciles, de su situación particular, sobre todo cuando están menstruando o cuando deben amamantar a sus niños. Ustedes no dicen nada de su sexualidad y de su sumisión a los hombres. No hablan de nuestra vida de cada día…”.
Finalmente, me di cuenta de todo aquello de lo que no hablaba y que formaba parte de nuestro mundo de mujeres. Comprendí que mi discurso podía comprometerse socialmente, pero enajenarse desde el punto de vista de mi condición de mujer. Comprendí, también, otras muchas cosas en su mirada y en su manera directa de hablarme. Fue el principio de un nuevo tiempo para mí, el comienzo de mi compromiso con el feminismo (COIA, 2012)
Algunos cuestionamientos
Esos otros modos de reflexionar la Teología también llevaron a preguntarse sobre algunos aspectos que desde la “fe” supuestamente no se podía hacer. Planteamos dos modos de pensamientos que es importante rescatar, porque hasta ahora nuestros lenguajes y hasta el modo de vivir nuestra espiritualidad mantienen esta herencia.
El dualismo
El dualismo es un modo de ver la vida de manera separada, o en forma de oposición, para afirmar la negatividad o el valor inferior de una realidad respecto a otro. Y como diría Ivone Gebara, el dualismo también es ético. “La división, propia de nuestro pensamiento, entre el bien y el mal, así como la afirmación clara de lo que es el bien, hizo todavía más nítido ese dualismo” (Gebara 2002, p. 102). Pues, ese es el dualismo que nos acompaña en el ámbito religioso de la siguiente manera: Tierra y Cielo, en torno a esta relación se hace la división de la realidad.
• En el Cielo habita Dios, lo bueno, lo puro y es el lugar de los buenos, vinculado a la esfera del espíritu.
• La tierra, está habitado por el mal, lo impuro, es el lugar de la maldad, vinculado al cuerpo.
El dualismo en cierto modo, definió la espiritualidad cristiana, ya que el cuerpo debe ser superado y sólo superándolo se puede rescatar y restituir lo “espiritual”. Todo aquello que en la historia lleva consigo la impronta del cuerpo es juzgado negativamente. Como diría Antonieta Potente, el dualismo “define el cuerpo como una parte del ser humano, separada de todo lo que pertenece a la esfera espiritual… Durante siglos ésta fue la visión que ha predominado en el cuerpo. Con esta visión miramos y somos mirados, pensamos a los otros y alimentamos nuestra idea” (2000, p. 36).
El dualismo como plantea Ivone Gebara, es también sexista y antropológico. Sexista porque valora un sexo en detrimento de otro. Y antropológico porque a la naturaleza se la considera como objeto al servicio del ser humano. En esta perspectiva la centralidad masculina siempre está presente, dado que es el varón quien sostiene y quien se presenta como el lado más eminente de la humanidad.
Otro aspecto que afecta nuestra espiritualidad es la cosmovisión antropocéntrica, que pone al ser humano como centro de todo, perspectiva que se fundamenta en el hecho de ser imagen y semejanza de Dios. Y tiene que ver con la noción o imagen de Dios que se presenta con la figura de un hombre blanco, por lo tanto todos/as los/as que no se asemejan a esa figura estamos fuera de lo que se considera “bueno”, “puro” y “santo”. Este modo de ver y estar en la vida nos alejó de nuestra conexión con la tierra, con el mundo, por su sentido impuro al que hay que dominar y someter.
Esos modos de ver la vida no fueron nada liberadoras, ya que generaron rupturas en nuestras relaciones con nosotras/os mismas/os, en nuestra comunidad humana, con la tierra y todos/as los/as otros/as seres vivientes.
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