martes, 13 de noviembre de 2018

La historia de Lucas, primera parte-John Shelby SPONG-5


Ahora, teniendo en cuenta esas posibilidades, leemos la historia de la anunciación en Lucas y descubrimos esos indicios ocultos que no habíamos visto antes. Cuando María dijo: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» (Lucas 1, 34), ¿qué quería decir? Estaba desposada, y eso le proporcionaba la protección legal de un esposo. Pero, según la ley judía, si había sido violada el esposo podía repudiarla de su protección, y se convertiría así en una mujer vulnerable en una sociedad patriarcal. Ése había sido el destino de las cuatro mujeres que aparecen en la genealogía de Mateo. No tenían esposos, y eso significaba que no disfrutaban de protección en un mundo patriarcal. Tamar fue repudiada de la protección de Judá y regresó junto a su familia cuando su esposo murió y sus hermanos se negaron a tomarla. Ese fue también el destino de Rajab, que vivió vendiendo su cuerpo como prostituta. Y el de Rut que, como viuda, no tuvo hombre que la protegiera hasta que Booz extendió su manto sobre ella (Rut 3, 9) y la tomó bajo su brazo protector. Y también fue el destino de Betsabé que, como viuda, quedó sin protección masculina hasta que David la hizo su esposa.

La implicación de este texto es que María tenía esposo, pero no un esposo que la protegiera. ¿Se debía ello a que había quedado embarazada de otro que no era su esposo? Ante la pregunta de María, el ángel respondió que el Espíritu Santo vendría sobre ella y que el poder del Altísimo la cubriría con su sombra. En consecuencia, el niño que nacería sería llamado santo, el Hijo de Dios (Lucas 1, 35). Al leer ese pasaje a la luz de nuestras preguntas, podemos comprender de una forma nueva que, en la narración de Lucas, Dios hizo por María lo que hizo José en la narración de Mateo. Dios tomó a la vulnerable María bajo la protección divina. Afirmó que su hijo era de Dios, del mismo modo que hizo José en la narración de Mateo al reconocer y dar nombre al niño. La imagen del Espíritu Santo cubriendo a María con su sombra contenía el mismo matiz protector que encontramos cuando Booz extiende su manto sobre la vulnerable Rut para colocarla bajo sus brazos protectores. 

Estas pistas encuentran una mayor credibilidad si examinamos las palabras del Magnificat. Más adelante analizaremos las fuentes de los cánticos, pero la tarea que se nos plantea por el momento consiste en aislar el contexto. ¿Por qué puso Lucas este cántico en labios de María? El cántico encaja tan pobremente en las circunstancias de María que algunos eruditos han sugerido la posibilidad de que, originalmente, no fuera un cántico de María, sino de Isabel. ¿Qué era, por ejemplo, «la humildad» (tapeinōsis) de María de la que hablaba el Magnificat? Habitualmente, esa palabra griega significa «humillada». ¿En qué sentido experimentaba María una humillación? No era estéril. La virginidad no era un estado escandaloso para ella. De hecho, que una joven desposada fuera embarazada por su desposado era algo más positivo que negativo, pues se creía que eso garantizaba la posibilidad de tener hijos y aseguraba la línea masculina. La ausencia de virginidad en una mujer desposada sólo sería escandalosa si el acto sexual no hubiera sido realizado por el hombre desposado con ella. ¿Por qué veía Lucas a María en el contexto de la comunidad de judeocristianos que se contaban entre los pobres y los oprimidos? Esa designación sólo podría tener sentido en el caso de un embarazo ilegítimo, y sólo la plena incorporación a Israel de un hijo ilegítimo y de su madre le permitiría cantar sobre futuras generaciones capaces de considerar afortunada a una mujer humillada, de reconocer las grandes cosas que Dios había hecho por ella, de saber lo que significaba ser exaltado cuando se era de baja condición. Quizás la superación de Dios en cuanto a la humillación de María constituyó un paso mucho mayor que la superación de la esterilidad de Isabel,y el tema del paso adelante en el paralelismo entre Juan y Jesús pudo haberse conservado sin exigir el milagroso acontecimiento de una concepción sin padre. Estas preguntas y especulaciones me las planteó por primera vez Jane Schaberg, una erudita y teóloga feminista de la Biblia.14 Desde entonces me he sentido intrigado y acosado por la viabilidad de estas sugerencias, cuya capacidad persuasiva ha ido en aumento, no hasta el punto de la convicción, pero sí lo suficiente como para creer que la Iglesia debería afrontar y debatir abiertamente estas posibilidades. 

No obstante, y al margen del propósito apologético e interpretativo, la concepción virginal se había convertido ya en una consideración de la máxima importancia cuando la narrativa encontró forma escrita en Lucas, que parecía mostrarse ávido por afirmar que la virginidad era esencial para su mensaje. Puesto que, presumiblemente, no se había producido todavía la concepción, podemos asumir que ésta ocurriría cuando María entró en la casa de José para completar la segunda fase de su proceso de matrimonio. Después de todo, ella estaba desposada. Lucas, sin embargo, no estimuló esta suposición. De hecho, el texto inducía al lector a comprender tanto la identidad de Jesús: «Será llamado Hijo del Altísimo» (Lucas 1. 32), como su origen: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios» (Lucas 1, 35).

Hay numerosos ecos hebreos en estas palabras. En el momento de su nacimiento, el profeta se refirió a Salomón como «el amado de Yahveh» (2 Samuel 12, 24). Los salmos utilizaron palabras como: «Tú eres mi hijo; yo te he engendrado hoy» (Salmos 2, 7), o bien: «Estableceré su estirpe para siempre, y su trono como los días de los cielos» (Salmos 89, 30). Podemos estar seguros de que el mesías esperado sobre el que escribía el salmista, había sido identificado con este Jesús en algún momento antes de que Lucas escribiera, y de que se habían recopilado los textos de las escrituras hebreas para apoyar esa afirmación a partir del momento de su concepción. Ya había sucedido con la cruz, que fue escandalosa. Sin lugar a dudas, volvió a suceder en relación con el nacimiento, que también pudo haber sido escandaloso.  

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