miércoles, 14 de noviembre de 2018

La historia de Lucas, segunda parte -John Shelby SPONG-2


Sin embargo, en medio de los cambios y discusiones que se producen en el mundo de la erudición sobre el Nuevo Testamento, existe un consenso que no puede negarse. Las historias de la natividad de Jesús no son literales. No son biográficas. Fueron creadas a partir del proceso interpretativo del midrash. Se las adscribió a acontecimientos externos que pudieron ser recordados con bastante imprecisión. Atestiguan la fe de la comunidad que las creó y no los detalles literales que contienen. Mis lectores deben introducirse en esta comprensión, situarse dentro de esta tradición, hacerse las preguntas correctas y establecer las suposiciones apropiadas. Sólo entonces podrán las narraciones de la natividad del Nuevo Testamento empezar a comunicar la verdad que contienen.

En este capítulo dirijo mi atención hacia lo que probablemente sea la parte más conocida de la Biblia. Presenta a María y a José viajando a Belén, en respuesta a las órdenes emitidas por el gobierno romano. Habla de un establo, de un pesebre, de unos pañales y de un niño recién nacido. Nos introduce a los pastores de las montañas y a los visitantes angélicos, que les anuncian desde los cielos el nacimiento de Jesús y les invitan a buscar esta maravilla. Describe ese encuentro y transforma para siempre ese establo en un lugar de intenso romanticismo que, con el tiempo, producirá el cuento del «pequeño tamborilero» que toca su tambor por este niño, y el del pastor que le habla a un cordero para preguntarle: «¿Ves lo que yo veo?».

El drama se traslada de Belén a Jerusalén, y del establo al templo. El texto nos presenta a un viejo sacerdote y a una anciana profetisa, que se encuentran a la espera de todo lo que este pequeño ha llegado a significar para el mundo cristiano. Luego la narrativa de la natividad en. Lucas concluye con la historia de Jesús, ya muchacho, en el templo. En este episodio final, Jesús no sólo confundió a los escribas, sino que reclamó el templo y estuvo perdido durante tres días. Cada uno de esos detalles sería una nota que volvería a sonar antes de que Lucas diera por terminada su narración. Al ver estas conexiones, nos preguntamos por qué no las habíamos visto antes, puesto que son tan evidentes. Advertidos de antemano, dirigimos nuestra atención hacia el segundo acto del drama de Lucas. 

Lucas abrió este acto de una forma que ahora nos resulta familiar. Estableció el escenario dentro del tiempo y el espacio, y luego presentó a los personajes principales. El tiempo fue durante el reinado de César Augusto, cuando Quirino era gobernador de Siria y se ordenó llevar a cabo un empadronamiento o censo. Lucas añadía que era el primer empadronamiento que se llevaba a cabo bajo Quirino. Este censo exigía que cada hombre acudiera a su ciudad natal para ser censado.

Los hechos que nos presenta Lucas parecen confusos. Herodes murió en el año 4 antes de la era cristiana. Quirino no fue nombrado legado en Siria hasta el año 6 de la era cristiana, es decir, una década más tarde. No hay constancia de ningún censo en el que la gente tuviera que regresar a su hogar ancestral, ni del hecho de que la esposa tuviera que acompañarle a uno en ese viaje. Las mujeres no votaban ni pagaban impuestos, puesto que éste era un mundo de hombres.Josefo registró un censo bajo Quirino que se llevó a cabo en los años 6-7 de la era cristiana, pero sólo afectó a Galilea, no a Judea. En ninguna parte de los registros seculares se ha encontrado prueba alguna indicativa de que el emperador romano ordenara efectuar un censo en todo el imperio. Lucas no era un historiador cuidadoso. El censo acerca del cual parecía confundido se cita por segunda vez en Hechos de los Apóstoles (5, 36-37). El censo ordenado por Quirino en los años 6-7 de la era cristiana provocó una rebelión de Judas el Galileo, fundador de los zelotes. Que Judas fue el dirigente de ese levantamiento es algo que se menciona en el discurso de Gamaliel como una de las posibilidades mesiánicas que no condujo a nada.

Las historias de la natividad de Jesús no son literales. No son biográficas. Fueron creadas a partir del proceso interpretativo del midrash. Se las adscribió a acontecimientos externos que pudieron ser recordados con bastante imprecisión. Atestiguan la fe de la comunidad que las creó y no los detalles literales que contienen. Ni sus fuentes ni la tradición de la que era consciente le permitían asumir, como hizo Mateo, que Jesús viviera en Belén, en una casa con sus padres. El censo y la historia del hogar ancestral, que bien pudo haber creado el propio Lucas, le sirvieron para satisfacer este propósito literario. Recordemos que Mateo tuvo que desarrollar toda una narración para explicar cómo fue que la sagrada familia terminó por vivir en Nazaret, y que eso ocasionó otra visión en sueños para José (Mateo 2, 22-23). En el mejor de los casos, la tradición de Belén resulta tenue en los dos evangelios. Parece que fue creada bajo la influencia del Libro de Miqueas, para satisfacer necesidades apologéticas. La conexión de Nazaret, en cambio, parece tener cierta autenticidad.

Hubo una segunda razón por la que Lucas también se mostró sensible. Todo lo que rodeara el nacimiento de Jesús tenía que revelar un estatus superior al que se había adscrito a Juan el Bautista. Para Lucas, Juan era una figura judía nacida durante el reinado de Herodes. Jesús, en cambio, era una figura mundial, cuyo nacimiento quedó fechado por un decreto de César. El lugar de nacimiento de Juan fue anónimo. Jesús, en cambio, nació en la ciudad de David, a la que fue llevado por la escritura y la guía divina. Así pues, Lucas tomó un censo, de cuya existencia era vagamente consciente y que, según creía, había ocurrido en algún momento cercano a la época del nacimiento de Jesús, y lo utilizó para satisfacer sus propósitos literarios. ¿Es literalmente probable que cualquier hombre del siglo I hubiera puesto a su esposa, a punto de dar a luz, sobre un asno, obligándola a viajar a lomos de caballería para recorrer los aproximadamente ciento sesenta kilómetros que separan Nazaret de Belén? Tal y como observó una erudita feminista después de leer esta narrativa: «Esa narración sólo pudo haberla escrito un hombre que nunca había tenido hijos»

También utilizaría esta narrativa para subrayar uno de sus temas centrales. Lucas deseaba que sus amigos romanos y más particularmente el «ilustre Teófilo», a quien dedicaba este evangelio, supieran que el cristianismo no era un movimiento de rebelión política y que, en consecuencia, Roma debería ofrecer a los cristianos la plena protección de la ley. Lucas volvería a hacer sonar esta misma nota en la narrativa de la pasión, donde hizo que el procurador romano Poncio Pilato afirmara por tres veces que Jesús era inocente de los cargos que se le imputaban (Lucas 23). 

Con ello, Lucas estaba afirmando que Jesús no fue un promotor de la rebelión contra Roma que condujo a la destrucción del templo en el año 70 de la era cristiana. No formó parte de la rebelión que se inició cuando Judas, el zelote de Galilea, se negó a obedecer el censo fiscal exigido por Quirino, el delegado de César. Los padres galileos de Jesús, en contraste con lo que hizo este Judas, obedecieron el decreto que ordenaba el empadronamiento fiscal, y viajaron a su hogar ancestral. De acuerdo con el esquema divino, esta conjunción de circunstancias permitía que el salvador davídico naciera en Belén, la ciudad de la familia real judía, porque José era de la casa y el linaje de David.Se trataba de un uso fascinante del material disponible. Debemos observar aquí un detalle más. Sólo en el capítulo 2 del evangelio de Lucas se menciona el nombre de José. No fue una de las grandes figuras en la historia de Jesús escrita por Lucas.   

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