miércoles, 28 de noviembre de 2018

LOS MILAGROS ATRIBUIDOS A JESÚS-J . S . SPONG



– John Shelby Spong

Deconstruir es siempre lo más fácil. Sin embargo, lo realmente importante es reconstruir. Nunca basta decir qué o quién no es Cristo; hay que decir qué o quién es él. Pero la tarea se complica por el hecho de que la historia de Jesús, tal como se narra en los evangelios, se ha leído literalmente durante tanto tiempo que resulta bastante difícil romper con este literalismo de cara a plantear nuevas posibilidades. Esto parece especialmente cierto cuando constatamos que la vieja mentalidad, sin importar lo anticuada que sea o lo carente de sentido que haya llegado a ser, todavía se afirma, sin embargo, en los himnos que cantamos, en las plegarias de nuestras liturgias y en los sermones que escuchamos en la iglesia cada domingo. Todas estas acciones asumen un marco de referencia pre-moderno que los hombres y las mujeres bien informados de hoy día simplemente no pueden ya compartir. Así que tengo que abordar esta tarea poco a poco, semana a semana, a fin de poner las bases para un enfoque radicalmente diferente. No existe un toque mágico, una solución sencilla y eficaz que nos permita crear, de repente, este nuevo punto de vista. Por eso empiezo hoy una sección dentro de esta serie que se fijará en los milagros que se relatan en los evangelios. ¿Ocurrieron realmente estos milagros? Si así fue, ¿siguen ocurriendo hoy? Si los hubo una vez pero luego ya no, ¿por qué dejaron de producirse? Como alguien trató de explicar, “Quizá la época de los milagros ya pasó”; a lo que debo responder: quizá nunca hubo una “época de los milagros” y las cosas que una vez llamamos “milagros” se puedan interpretar ahora de un modo muy distinto. Estas son las posibilidades.

Comienzo esta sección con un sondeo entre mis lectores, sobre el grado de realidad que otorgan a los milagros consignados en el Nuevo Testamento. Os pido que os hagáis un test a vosotros mismos, a fin de descubrir si realmente creéis o no que los milagros ocurrieron o pudieron ocurrir. Éstas son las preguntas:

1. ¿Puede realmente una estrella moverse en el cielo tan despacio que unos sabios puedan seguirla?

2. ¿Puede esa estrella detenerse, primero sobre el palacio del rey Herodes para que los sabios obtengan más indicaciones y luego sobre la casa de Belén en la que está Jesús recién nacido, con su madre?

3. ¿Puede una virgen concebir?

4. ¿Hay realmente ángeles que pueden aparecer en el cielo nocturno para cantar (probablemente en arameo, la única lengua que los pastores entendían) acerca del nacimiento de Jesús? ¿Realmente pudieron estos ángeles enviar a los pastores en busca de este niño, dándoles sólo dos pistas: que estaría envuelto en pañales y acostado en un pesebre?

5. ¿Crees que, literalmente, alguien puede caminar sobre el agua? 

6. ¿Crees que alguien puede alimentar a una multitud de 5000 hombres, más mujeres y niños, con cinco panes y dos peces?

7. ¿Puede alguien maldecir una higuera y hacer que se marchite desde la raíz y que se muera?

8. ¿Puede alguien calmar una tempestad hablándole y ordenándole que detenga su furia?

9. ¿Puede alguien resucitar de la muerte a un hombre llamado Lázaro que lleva cuatro días muerto y enterrado? 

10. ¿Puede conseguirse que un ciego vea imponiéndole las manos y untándole barro en los ojos? ¿Por qué, en un episodio del evangelio, este procedimiento no funciona hasta la segunda aplicación? ¿Es más difícil devolverle la vista a un ciego si su ceguera es de nacimiento?

11. ¿Pueden curarse los enfermos mentales, o los que tienen epilepsia, expulsando a los demonios que les hacen ser distintos de la gente “normal”? 

12. ¿Puede un mudo volver a poder oír y hablar si lo único que hace el sanador es conseguir que Satán deje de tenerle sujeta la lengua? 

13. ¿Puede una mano atrofiada recobrar la plena operatividad o un hombre lisiado durante treinta y ocho años volver a andar sólo por la orden que otro le da?

14. ¿Puede el agua convertirse en vino para que en una boda no pare la fiesta? ¿Por qué, en aquella ocasión, fue necesario crear casi seiscientos litros de vino, tal como afirma el evangelio de Juan?

Todas estas preguntas surgen a partir de relatos que están recogidos en los evangelios y que todos ellos se atribuyen a Jesús. ¿Alguno de estos hechos ocurrió realmente? Si estás convencido de que todos ellos ocurrieron realmente, ¿puedes explicar cómo se realizaron tales hazañas? Si no ocurrieron así, literalmente, ¿cómo afecta esto a nuestra comprensión de Jesús? La idea de Dios como una fuerza sobrenatural e invasiva, ¿es necesaria para que el relato cristiano perviva y sea cierto? 

El Cristianismo, ¿realmente nace o muere, como muchos afirman, en el acontecimiento único, supremo y sobrenatural que todos los evangelios recogen como el clímax de sus respectivos relatos, a saber, que un hombre muerto desde el viernes por la tarde vuelve a la vida física el domingo por la mañana de un modo tal que podía salir caminando de su sepulcro e invitar a sus seguidores a tocar su carne e incluso meter los dedos en su heridas?

Muchos no pueden imaginar la supervivencia del Cristianismo si estas cosas no son literalmente verdaderas. Muchos otros no pueden imaginar que ninguna de estas cosas haya podido ser, alguna vez, literalmente verdadera. Éste es el dilema al que hoy se enfrenta el Cristianismo. Hay creyentes que se vuelven cada vez más literalistas y fundamentalistas mientras que otros no pueden creer y de hecho no creen ninguna de estas cosas. Estos últimos no pueden encontrar su lugar en la vida de la iglesia, y no tienen deseo alguno de seguir formando parte de una comunidad celebrante que pretende que estas cosas sucedieron realmente. Por tanto, ¿cómo podemos entender los milagros?, ¿cómo podemos entender el papel que jugaban en el relato original de la historia cristiana? Responder a estas preguntas será nuestra tarea durante las próximas semanas.

Pero antes, algunas consideraciones bíblicas. El Nuevo Testamento no es unánime en la información relativa a la mayoría de estos milagros. Por ejemplo: sólo hay dos hechos milagrosos que se recojan en todos los evangelios: la resurrección de Jesús y la multiplicación de los panes y los peces para alimentar a la multitud. Pero cuando uno se fija en los textos de cada uno de los evangelios sobre ambos hechos, los detalles varían considerablemente.

En lo que respecta a la resurrección, Marcos, el primer evangelio que se escribió, habla de un mensajero que da indicaciones a las mujeres junto al sepulcro para que digan a los discípulos que encontrarán a Cristo resucitado en Galilea. Ninguna de las mujeres ve a Jesús, y no se informa luego sobre ningún encuentro con los discípulos en Galilea. Así que, en Marcos, nadie ve a Jesucristo resucitado. En Mateo se dice que las mujeres vieron a Cristo resucitado en el huerto, en la mañana de Pascua, y que los discípulos, o al menos once de ellos, lo vieron en la cima de un monte, en Galilea. En Lucas, las mujeres no lo ven junto al sepulcro la mañana de la Pascua, ni nunca ningún discípulo lo ve en Galilea. Lucas dice que dos discípulos, que no son de los doce, lo ven en el camino de Emaús, pero luego desaparece de delante de ellos. Más tarde, los doce lo ven, pero sólo en Jerusalén. Y, cuando pasamos a Juan, leemos que sólo María Magdalena ve a Jesús resucitado en la mañana del día de Pascua; después, los discípulos, excepto Judas y Tomás, lo ven en el cenáculo donde se escondían en Jerusalén, a la hora de la cena. En ambos casos, el evangelio de Juan nos dice que los discípulos conversan con Jesús. Una semana después –escribe Juan después– los discípulos lo ven otra vez y Tomás está con ellos. Por último, meses más tarde, dice Juan que siete de los discípulos lo ven en Galilea, pero no en lo alto de un monte, como afirma Mateo, sino junto al mar. Por consiguiente, los relatos de las apariciones no son consistentes en sus detalles.

En cuanto a los relatos de la multiplicación milagrosa de la comida para la multitud, Marcos y Mateo nos ofrecen dos versiones cada uno. En la primera hay cinco mil personas que comen con cinco panes y dos peces, y en la segunda hay cuatro mil que comen con siete panes y unos pocos peces. Cada una de estas dos comidas milagrosas tiene lugar en una orilla distinta del lago Tiberíades. En Lucas y en Juan hay tan sólo una comida. Así que tampoco hay unanimidad en los evangelios sobre este episodio. Pero, para complicar las cosas aún más, añadamos que Lucas es el único evangelio en el que Jesús resucita al hijo único de una viuda. Y Juan es el único que presenta a Jesús convirtiendo el agua en vino. Por tanto, el testimonio de los evangelios sobre la realidad de los milagros es mucho más confuso y ambivalente de lo que la mayoría de los cristianos piensan. Literalmente leídos, los testimonios evangélicos afirman más de lo que la mayoría de los cristianos puede creer una vez que se les ofrece una explicación detallada.

Añadamos a este análisis el hecho de que, a tenor de lo que podemos saber con certeza, ningún milagro se asoció a Jesús antes de los años 70 del siglo I, cuando, al comienzo de esta década, se escribió el evangelio de Marcos. Pablo, que escribió entre el año 51 y el 64, no relaciona a Jesús con ningún milagro y la resurrección fue una acción de Dios hacia él. El documento Q y el Evangelio de Tomás, que algunos expertos –aunque no todos– creen que podrían ser las fuentes previas para Marcos, no mencionan ningún milagro que tenga que ver con Jesús. El nacimiento virginal no se incorpora a la tradición cristiana hasta los años 80 del siglo I, unos 50 o 60 años después de la muerte de Jesús. La interpretación de la resurrección como hecho físico, con presencia del cuerpo de Jesús, no entra en la tradición hasta los años 90-100, unos 60 o 70 años después de la crucifixión. Estos son los datos objetivos sobre los milagros del Nuevo Testamento. No es, en abosluto, el cuadro estable que los creyentes afirman y que los escépticos rechazan. Tampoco es una cuestión fácil de estudiar. Pero lo dicho es suficiente para que nos concienciemos y nos planteemos la cuestión, para hacer que esté viva en nuestra mente y en nuestra imaginación, y para estimular nuestro interés. También espero que sea suficiente para que volváis a esta columna en próximas semanas, cuando empecemos a poner orden en este material. Así que, permaneced atentos. Nos vemos en el mismo sitio y a la misma hora!  

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