miércoles, 12 de diciembre de 2018

MATEO Y EL AÑO LITÚRGICO DE LA SINAGOGA-John Shelby Spong




 John Shelby Spong 


En uno de mis artículos anteriores sobre el evangelio de Marcos, traté de demostrar que el principio organizador de dicho evangelio fue la vida litúrgica de la sinagoga. Lo que Marcos hizo fue suministrar relatos de Jesús que se adecuasen a las celebraciones judías desde Rosh Hashanah (el relato de Juan Bautista) hasta la Pascua (el relato de la crucifixión). Sin embargo, Rosh Hashanah es en otoño, es decir, a mediados del año, y Pascua es a principios de la primavera. Por eso, el evangelio de Marcos sólo cubría seis meses y medio de los doce del año, y dejaba fuera los cinco meses y medio que separan la Pascua de Rosh Hashanah. Después de la aparición del evangelio de Marcos, persistió el deseo de llenar este intervalo con material adicional sobre Jesús, y este deseo pronto se convirtió en una necesidad imperiosa. 

Alrededor de una década después de Marcos, Mateo escribió una primera prolongación de éste, dirigida a los discípulos de Jesús que acudían a las sinagogas tradicionales. Lucas, poco después, escribió una segunda prolongación, pero la dirigió a los discípulos de Jesús que asistían no a las sinagogas tradicionales sino a las formadas por los judíos de la diáspora y los prosélitos gentiles, que se sentían atraídos por la comunidad que se formaba en torno a las sinagogas. Recordemos, una vez más, que la separación entre la iglesia y la sinagoga no se produjo hasta casi el final de la novena década, y que, por tanto, los evangelios de Marcos y de Mateo, y tal vez también el de Lucas, se escribieron cuando los cristianos aún eran feligreses de las sinagogas, donde se les llamaba "los seguidores del camino". Asimismo recordemos que, si alguna vez alguien se pregunta por qué Marcos es más corto que Mateo y que Lucas, la respuesta es porque Marcos escribió una narración sobre Jesús que suministró material sólo para el tiempo que media entre Rosh Hashanah (octubre) y Pascua (abril), mientras que Mateo y Lucas ampliaron la narración para que cubriera todo el año. 

Mateo, al situar la crucifixión, al igual que Marcos, durante la Pascua (Mat. 26-27), nos indica, indirectamente, que su evangelio va a mantener intacto el núcleo del primer evangelio. Igual que Marcos, Mateo hace que coincidan: la Transfiguración con la fiesta de "La Dedicación" (Mat. 17:1-8); los relatos sobre la cosecha (incluida la parábola del Sembrador) con la fiesta del Sukot o de los Tabernáculos (Mat. 13); y las enseñanzas de Jesús sobre el ayuno, la expulsión de demonios y la curación de enfermos, con el Yom Kippur (Mat. 12). Sin embargo, Mateo se encuentra con un problema cuando llega a la correlación que establece Marcos entre el bautismo de Jesús y el Rosh Hashanah (en octubre). El bautismo de Jesús por Juan Bautista fue, según Marcos, el primer hecho del ministerio de Jesús y, por tanto, de todo su relato; sin embargo, Mateo debe cubrir cinco meses y medio más con relatos de Jesús, antes de llegar al Rosh Hashanah. En Marcos el bautismo de Jesús había inaugurado su ministerio, pero Mateo no podía salvar cinco meses y medio sólo con ese relato. Ver cómo gestionó Mateo este dilema es fascinante. 

Mateo, al seguir a Marcos, también presenta el bautismo de Jesús como el primer acto de su vida adulta. Por eso usa este material bastante al principio. Sin embargo, no comienza su evangelio con él sino con una genealogía y con el relato del nacimiento milagroso de Jesús y de los hechos en torno a él, con los que llena los capítulos 1 y 2. A continuación es cuando viene el relato de Juan el Bautista, en el capítulo 3, lo que significa que aparece mucho antes del séptimo mes judío de Tishri, en cuyo día primer día se celebra el Rosh Hashanah. Así que, cuando Mateo llega al Rosh Hashanah (finales de septiembre o primeros de octubre), ya ha utilizado el material narrativo del bautismo, que Marcos dispuso como correlativo del Rosh Hashanah. Qué hace entonces Mateo? Pues usar un recurso muy antiguo pero que la industria del cine ha hecho que todos conozcamos: Mateo hace un "flashback" ( pensemos en Cecil B. DeMille!). 

En el capítulo 11, en torno al tiempo de Rosh Hashanah, Mateo reintroduce a Juan Bautista, que ahora está en prisión y que envía un mensaje a Jesús. " Eres tú el que ha de venir (esto es, el Mesías) o debemos esperar a otro?", le pregunta el mensajero. La respuesta de Jesús no es directa sino que remite a Isaías 35, a un pasaje que normalmente se usa en la sinagoga durante el Rosh Hashanah. En dicho pasaje, le preguntan al profeta: " cómo sabremos cuando estará a punto de amanecer el Reino de Dios?" Y la respuesta de Isaías es enunciar cuáles serán las señales: los ciegos verán, los sordos oirán, los cojos andarán y los mudos cantarán. Sin embargo, Jesús añade otros signos, que indican también su condición mesiánica: "los leprosos quedan limpios, los muertos resucitan y el evangelio se anuncia a los pobres". Éste es el tema del Rosh Hashanah judío, del Año Nuevo judío. Tras la respuesta, Jesús pasa a elogiar a Juan el Bautista. Es, pues, un relato de Jesús, perfecto para el Rosh Hashanah. 

Hay otra fiesta judía que Marcos, dado su formato reducido de seis meses y medio, simplemente ha ignorado. Cincuenta días después de Pascua, los judíos celebraban el Shavuot, o Pentecostés, como ellos lo llamaban (un nombre que significa "cincuenta días", sencillamente). Ese día, que normalmente cae cada año a finales de mayo o a principios de junio, los judíos celebran el momento en que Dios dio la Ley a Moisés en el monte Sinaí. Normalmente, el Shavuot se celebraba con una vigilia de 24 horas. El salmo más largo del Salterio, el 119, se compuso para esa vigilia. Es un canto a la belleza y al poder de la Ley y es lo suficientemente largo como para proporcionar material para una vigilia entera. El salmo 119 empieza con una introducción de ocho versos, y los dos primeros comienzan con la palabra "Bendito". A continuación hay ocho grupos de tres estrofas, diseñados para usar en cada una de las tres fracciones de ocho horas de la vigilia de 24. Suministrar una narración adecuada sobre Jesús que ilustrara el tema del Shavuot era el propósito que Mateo afrontó. Veamos cómo lo hizo. 

Coincidiendo con ese momento del año, si asumimos que Mateo alarga a doce los seis meses y medio de Marcos, encontramos en Mateo tres capítulos, del 5 al 7, que es lo que nosotros llamamos "El Sermón de la Montaña". En estos capítulos Mateo presenta a Jesús como el nuevo Moisés, que sube a una nueva montaña para comunicar una nueva interpretación de la Torá. Mateo sitúa este sermón después del 119 del Shavuot. 

Lo abre con una introducción de ocho versos, en la que cada verso (no sólo los dos primeros) empieza con la palabra "bendito". En la actualidad, llamamos a esos ocho "benditos" "las bienaventuranzas". Luego, en el resto del sermón, Mateo ofrece un comentario sobre cada una de las bienaventuranzas pero siguiendo un orden inverso, del ocho al uno, lo que proporciona un contenido cristiano para las ocho fracciones de tres horas de la vigilia de 24. Un encaje perfecto. 

El contraste entre el núcleo del sermón de Moisés de "Los diez Mandamientos" y el sermón de Jesús es, en su mayor parte, de enfoque. "Habéis oído que se dijo a nuestros mayores: No matarás", con lo que Jesús está citando a Moisés y lo que conocemos como su quinto mandamiento. Entonces, para establecer el contraste, Mateo hace decir a Jesús: "Pero yo os digo", con lo que presenta a Jesús como intérprete de Moisés que conduce a la Ley de la conducta externa a la motivación interna. El asesinato, dice, procede de la ira humana y de los insultos. Para detener el asesinato, uno tiene que luchar con la ira que lo precede. Luego, Jesús hace lo mismo con el sexto mandamiento. 

El adulterio, dice, nace del deseo lascivo que, a su vez, nace de la inseguridad. Si este sentimiento no se controla, el adulterio es prácticamente inevitable. Jesús hace entonces un resumen de la ley y nos manda amar a nuestro prójimo. Sin embargo, lleva el mandato tan hasta lo profundo de nuestras vidas que, en nuestro prójimo, incluye incluso a nuestros enemigos. Mateo construye el Sermón de la Montaña de tal manera que conduce a la Torá a un nivel nuevo: el de la motivación interior. Al terminar el Sermón de la Montaña (Mt. 7:22-23), Mateo subraya que "la multitud se admiraba de su enseñanza". La autoridad de Jesús se ve confirmada. Su autoridad era auténtica, es decir, no como la autoridad secundaria de los escribas, que procedía sólo de citar las Escrituras en apoyo de su doctrina.

 Al cubrir el Shavuot o pentecostés, Mateo completaba la última fiesta del año de la sinagoga. Para suministrar material de Jesús para los fieles, desde la Pascua, donde Marcos contaba el relato de la crucifixión, hasta Rosh Hashanah, donde cuenta el relato del bautismo, Mateo afronta el final siguiendo a Marcos. Veamos cómo lo hizo exactamente. Mateo añade la genealogía y el relato del nacimiento y así llena los capítulos 1 y 2. En el capítulo 3, recurre al relato de Juan Bautista y del bautismo de Jesús. Así presenta a Jesús como lo hizo Marcos. Sin embargo, alarga el relato al incluir algo del contenido de la predicación de Juan. En el capítulo 4, toma los dos versos de Marcos sobre las tentaciones pero los alarga con la descripción de las tres tentaciones y con lo que Jesús responde en cada una de ellas. Luego, Mateo añade el Sermón de la Montaña en los capítulos 5, 6 y 7. Y, cuando finalmente Mateo llega al capítulo 13, es cuando alcanza a Marcos que aún va por su capítulo 4. A partir de este punto, los dos evangelios continúan muy en paralelo.

 Con todo esto, Mateo ha logrado ampliar el contenido de Marcos y dar a los discípulos una cantidad suficiente de relatos de Jesús con los que poder cubrir todo el año. Sabiendo esto, cuando leemos a Mateo con atención, empezamos a descubrir otro modo de interpretarlo. Mateo ha tejido su relato de Jesús teniendo como fondo la biografía de Moisés, el mayor héroe del mundo judío. Este ha sido, claramente, su elemento de referencia principal. Nuestra continuación será contemplar cómo Mateo utiliza la analogía de Moisés. Así tomaremos conciencia de su genio redaccional. Desde el relato del rey malvado, que, nada más nacer Jesús, intenta destruir al gran libertador, hasta la comparación de la crucifixión de Jesús con un nuevo éxodo, no de la esclavitud física sino de la esclavitud del pecado, Moisés está claramente en el fondo del relato de Mateo acerca de Jesús. Los evangelios son una lectura muy emocionante cuando se desestima un significado literal de los mismos y se empieza a descubrir el sentido interpretativo que cada evangelista quiso transmitir. 

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